martes, 28 de septiembre de 2010

jueves, 22 de abril de 2010

Literatura móvil

Para los que disfrutan condensando historias en un solo trago.

No sé si alguien se animó con mi anterior propuesta pero en esta ya se pueden leer microrrelatos bien chulos.


Besos

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jueves, 1 de abril de 2010

ECLIPSES

"Algunas personas no se separan nunca. Son las víctimas de la vida en pareja. Héroes o cobardes según la hora de las comidas (...) En la ciudad, por la noche, se intercambian palabras de amor fraudulentamente en los cuartos de baño, con un teléfono móvil. Por eso brillan tanto las ciudades cuando las vemos desde un avión"
N. Rey - Courir á trente ans, Au Dible Vauvent

jueves, 25 de marzo de 2010

Viva el vino


El lunes nos despedimos y me dio la impresión de que a más de uno (unas) le gustaba el vino. Os paso el enlace de este concurso de microrrelatos para que participéis antes de la semana que viene.




Nos leemos por aquí

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lunes, 22 de febrero de 2010

El juicio

Permítanme que utilice en mi defensa esta pequeña narración.
Los hechos se remontan a unos 30 años atrás. Vivía en Santiago de Compostela con mi familia. Mis recuerdos permanecen nítidos. Todo comenzó uno de esos extraños días gallegos en los que por obra y gracia de una meiga, el sol brilla. Como la mayoría de los fines de semana luminosos la tía organizó una excursión para sacar fotos.
―Nos vamos de caza―dijo.
Mamá terminó de lavar los platos y papá preparó el mate. Llegamos al cementerio, un lugar feo y aburrido hasta que la tía me enfrentó a un niño de piedra de mi altura, y supe que iba a ser una gran mañana. Aquel niño no se movía pero estaba contento, tenía el pelo rizado, la mirada al frente y la mano sobre el pecho. Cantaba y su voz era suave y dulce.
Entonces la tía le dijo a mi madre.
―Alejandra, coloca a Pablo ahí, cerca de la escultura para que le saque una foto. Mírale la cara de asombro, le gusta tanto como a mí. Va a ser artista, estoy segura.
―Cuando seas grande Pablito, vamos a venir juntos a rescatar al niño de Nemenzo, y lo vamos a cuidar del frio y la lluvia para que conserve algo del color rojo de la ropa. Fíjate como las letras de la cartela que sostiene con la mano ya se han borrado. Lo pondremos en un rincón de casa para que nadie lo encuentre.
Durante años nos inventamos miles de historias de cómo íbamos a salvarlo.
Por eso, cuando llamaron para decirme que la tía se estaba muriendo, no dudé ni un momento, supe que había llegado el día. Por la noche fui al cementerio y con una maza separé la escultura del fuste del cruceiro y la deshice en varios pedazos que cargué en una maleta. Cogí el primer vuelo a Montevideo pero llegué tarde, ya había sido el entierro. En el cementerio, el epitafio sobre su tumba dice: “te estaba esperando”. Sobre la hierba armé el rompecabezas, allí pueden encontrar la escultura del Maestro Mateo.
Pido permiso al jurado para que la tía declare en el juicio a mi lado.

Gabriela

martes, 9 de febrero de 2010

Me gusta despertarme y encontrar en mi cuerpo sus caricias,La caja de Pandora sonando a todo trapo en la minicadena del salon,un desayuno con un cafe con leche humeante una tostada con aceite de oliva y por supuesto un zumo de naranja recien exprimido de esos que mama siempre decia que habia que tomarlo rapido que se ivan las vitaminas,pasar los dedos por el pelo recien cortado,un bocadillo de calamares en cualquier alguna de la Plaza Mayor.
Me encanta tomar una cuchara de cola-cao antes de echarlo a la leche,aunque al final siempre me haga estornudar,pasar la noche en una nube soñando despierta.
Me gusta la valentia de Desideria Olivan, dandolo todo por amor,estar tumbada en un bosque soñando que este lo habitan los duendes y me dejaran regalitos antes de irme a casa,conducir un mini,escuchar a Marcos diciendome "Te quiero mucho tia",montarme en un columpio y balancearme hasta que pasa la gente y me mita como si fuese una chiflada,beber coca-cola recien abierta y que las burbujas lleguen hasta mis ojos.
Me gusta hablar por telefono,porque como no nos vemos cuesta menos desprendernos de esas palabras que no siempre son faciles de decir mirando a los ojos,las cajas de hojalata que fingen ser viejas,hacerme fotos en un fotomaton,sentir la arena de la playa entre mis pies desnudos,el verde pistacho y el rosa fucsia,un atardecer en el Mirador de San Nicolas,con la alahambra y Sierra Nevada de fondo......
Me encanta una estrella fugaz,y el deseo que pido al verla,la tortilla de mi abuela,las risas de mis amigas hasta las tantas hablando de todo y de nada,un te moruno lleno de hierbabuena y con mucho mucho azucar,la magia del dia de Reyes,que invade los corazones de todos al abrir sus regalos,las charlas de mi Padre explicandome cuidadosamente una receta de cocina,mirar a la gente en los atascos e inventarme historias sobre ellos,leer antes de dormir,el decoupage,mirar fotos de la infancia recordando esos viajes acompañados de Jose Luis Perales o Medina Azahara.
Me gusta mirar el despertador y darme una tregua de 5 minutos para que mi cuerpo y el subconsciente se encuentren en algun punto,visitar otras ciudades y hacer fotos a todo,comer pipas en el Retiro viendo como se va la tarde........

No me gustan.....los hombres con bigote y aun menos las mujeres,el vino,la sidra,ni el cava,que me hacen erizar la piel y poner cara de asco,ser politicamente correcta,las conversaciones de los ascensores.
Me horroriza la falta de higiene en las axilas que hace que algunas personas desprendan un olor corrompidoa su paso,las judias de cualquier tipo y lo peor de todo el potaje,los regalos de alguien que no me cae bien y lo hace por compromiso.
No me gustan los horarios porque tengo la impresion de que los ponen siempre para que yo llegue tarde,el color gris industrial de los parking,que a nadie se le a ocurrido darles un toque de alegria,los kebap que dan vueltas sudorosas en un triste mostrador.
Me desagrada que todo el mundo me pregunte que cuando me voy a casar, descubrir por las mañanas que mi perra aun no a aprendido a hacer sus cosas en la calle,el marisco,las gulas y todas esas cosas que a todo el mundo gustan y siempre acostumbran a pasar las navidades en las mesas de todas las familias.
No me gusta que se me mueran las plantas aunque reconozco que soy un desastre y siempre se me olvida regarlas,que me pregunten ¿que tal?cuando les importa un carajo como estoy,encontrarme con alguien cuando no me a dado tiempo a arreglarme,los pendientes que sobresalgan del lobulo de mi oreja,las chicas que a lo unico que aspiran en la vida es a besar a un sapo que las convierta"Principesas"
No me gustan las personas soberbias ni el melon con jamon,los caracoles,chirlas y demas moluscos , me dan verdadero asco.
Detesto a la gente que acaba de limpiarse la lluvia de un estornudo y no duda en tocarme,los coches tuning,las muñecas de porcelana,que me dan miedo, el ruido de una maquina de taladrar,a mi misma cuando no soy capaz de dar un abrazo aunque por dentro lo este deseando.
No me gusta pasar mucho tiempo sin saber nada de los mios,acostarme temprano,no expresar lo que siento,el perfume de Jean Paull Gaultier que es un aroma de ex, perder el tiempo con gente con la que no tengo nada de que hablar,que alguien chupe de mi botella de agua,que violen mi espacio acercandose demasiado.
Pero si hay algo que verdaderamente no me gusta nada es.......Que me toquen los pies.


Mariquita de insecto.

MeGusta.....Nomegusta.......

lunes, 8 de febrero de 2010

Me gusta, no me gusta

De niña lo pasé en grande, me gustaban esos días en los cuales al despertar corría a buscar la mascota nueva, nunca supe a que chistera fueron a parar los conejitos marrones, cuando salía a la calle dos manos resultaban escasas para cargar con todos los juguetes, ¡huy, que grande que era el mudo en aquel entonces!, la riqueza se medía en canicas de porcelana o en la flota de cochecitos Majorette, y si amanecía lloviendo el olor a las tortas fritas me sacaba de la cama. No había felicidad más grande que la llegada de un camión de mudanzas al barrio. Hay sensaciones añorables como cuando la cola de la cometa se enredaba en el alambrado telefónico, confirmar que realmente los reyes habían pasado por el salón de casa o ir a cambiar los tebeos al quiosco de la esquina. Las guerras entre los bandos de las manzanas contiguas eran memorables: las bombitas de agua crecían bajo el grifo, el sol nos calentaba la piel y el asfalto de la calle abrazaba los pies. Disfrutaba al tocar la campana del recreo sin ser vista, cuando encontraba la ramita de árbol adecuada para desinflar la rueda de los coches, al ocultarnos en lo alto de los árboles para no ser vistos por los vecinos o jugar al ring raje de noche. Me gusta regodearme en los recuerdos de la infancia.

Ahora hemos perdido la capacidad de degustar y me conformo con el retrogusto de las cosas. Aquí van los retrogustos preferidos: el trabajo aunque preferiría ser bohemia, conversar con los amigos tirada en un sillón de una casa rural, leer el periódico por la mañana en el café de la esquina a pesar de las noticias, la lentitud del tiempo durante las vacaciones, catar un vino nuevo, la necesidad de escuchar cada tanto las viejas canciones de Sandra Mihanovich y Marilina Ross. Adoro la mañana de un día de elecciones nacionales uruguayas: la credencial en la cartera, el mate bajo el brazo y el reencuentro con los viejos compañeros presidiendo las mesas electorales. Me encanta la piel oscura de los marfilenses, las nevadas en Madrid, la forma de ser de los rumanos, la luz de Ávila atravesando el frío invierno, el jamón ibérico cortado muy fino y el pulpo en una feria gallega. Suelo zambullirme a lo Tío Gilito en la gran montaña de riquezas: soy dueña de un camino y vuelo aviones con mi sobrinito, tengo una plaza y calefacción en casa, he hecho acopio de varios cruceiros gallegos y soy la responsable de la vitoria de Justine Henin en el master de tenis de Madrid al desearle suerte antes de entrar a la cancha, también poseo un pueblo de camino a Galicia y gano lo mismo que los hombre de mi profesión. Las joyas de la corona son, la escultura de uno de los jóvenes cantores imberbes del coro de piedra del Maestro Mateo que se encuentra pegada al fuste de un cruceiro en el cementerio de Nemenzo y, la última obra de teatro de Roberto Jones.

No me gusta: haber perdido la capacidad de vivir en el presente, el ruido de las ciudades y el torno del dentista, la fealdad de las verdades como puños y el boxeo. Tiendo a alejarme de las religiones y el olor de los inciensos. La rutina del trabajo me aburre tanto como escuchar sobre la vida de Belén Esteban. Las colas para los trámites de extranjería deprimen tanto como ver a un malabarista en un semáforo. No quiero ni la X en el NIE ni cantar el himno nacional. Es penoso que para poder disfrutar de los tulipanes tenga que comprarlos, que haya que meditar para encontrarse y que existan desaparecidos. La vida sería más hermosa sin exilios económicos y, conservando la “y” griega. Es una pena no tener opción al voto en las elecciones nacionales y ser mortal.

Gabriela

domingo, 7 de febrero de 2010

ME GUSTA... NO ME GUSTA...

Me gusta despertarme con la radio y remolonear cinco minutos más en la cama antes de levantarme; sentir el agua de la ducha caer sobre mi cuerpo mientras dejo la mente en blanco; ver las caritas de sueño de los niños de camino al colegio y las desordenadas filas que forman antes de entrar en clase; cortar limones y picar cebolla, menta y perejil. También me gustan las caricias en la nuca, Johnny Depp, la vida londinense, las verbenas de las fiestas de los pueblos, el olor del café recién hecho, las tormentas de verano junto al mar, los zapatos de tacón alto que destrozan los pies pero qué bien quedan y la gente sin complejos. Me encantan las letras de Sabina, la voz de Aretha Franklin y las melodías de Los Beatles, las sorpresas, los que entregan su vida a los demás y los que te hacen ser mejor persona, los besos inesperados, las cenas con los amigos de siempre en las que compruebas que, por mucho que pase el tiempo, hay cosas que nunca cambian, las sardinas asadas y los percebes, las pelis de Woody Allen, las margaritas y las siestas en el campo en buena compañía. Me gusta escuchar los chistes de mi padre, aunque no me hagan gracia; pasear sin rumbo fijo por las calles de Madrid; hundir los pies en la arena mojada de la orilla del mar, mirar al infinito y darme cuenta de lo pequeñita que soy; quedar al menos una vez a la semana para ir de vinos y pinchos, cañas y tapas; soñar despierta, el rojo, el pan con mantequilla y azúcar; jugar por jugar, leer por las noches hasta que los párpados no pueden más que cerrarse y bailar hasta el amanecer. Shakespeare, García Márquez, Lorca, los cuentos de Julio Cortázar y los veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda; el mágico momento en el que se apagan las luces en el cine antes de que empiece la sesión; el sonido de la máquina de coser de mi madre y ¡su tortilla de patata!; recordar la luz de la cocina a través de la puerta de mi habitación cuando era pequeña y me daba miedo la oscuridad, y los miles de juegos con los que nos divertíamos mis hermanas, mi vecino y yo durante horas; y haber comprobado que el amor para toda la vida existe gracias a mis abuelos. Además, me apasiona comer chocolate, las mariposas en el estómago cuando estoy enamorada o a punto de embarcarme en una nueva aventura, tener la oportunidad de empezar de cero, reírme a carcajadas y estar segura de que, como diría Escarlata O’Hara, sin duda, mañana será otro día.

No me gusta llegar una mañana a la oficina y enterarme de que han despedido a una compañera a la que aprecio mucho; que el metro se pare de repente en medio de un túnel durante varios minutos y nadie explique el motivo; el café con leche en vaso de cristal, el término ‘follamigo’, el reggaetón, ni el color marrón. Tampoco me gustan las personas que son incapaces de ver más allá de su ombligo, los que miran por encima del hombro a los demás, los políticos en general y Esperanza Aguirre en particular, los que se creen en posesión de la verdad y los que defienden que el fin justifica los medios. Odio la canción ésa de Carlos Baute y Marta Sánchez en la que se envían fotos cenando en Marbella; las peluqueras a las que les encanta meter la tijera y no entienden que tú sólo quieres cortarte las puntas; que la tragedia se cebe casi siempre con los más débiles; que se dé más importancia al exterior de las personas que al interior; el sabor y el olor de la coliflor; ser hipocondríaca y no poder evitarlo, a pesar de intentarlo con todo mi empeño; las alturas y las puertas cerradas. Desde luego, no me gusta el estrés con el que vivo, ni la gente que te empuja para poder entrar en el vagón del tren, ni las cajeras de algunos supermercados que parece que te están perdonando la vida mientras te atienden, ni los taxistas que escuchan la COPE y te dan su opinión sobre todo sin que tú se la pidas, ni las calles que huelen a pis. Saber que he tenido un sueño fantástico, pero no acordarme de casi nada; tener los pies mojados y las manos frías; el agua con gas, la miel y la leche sola; las primas de mi madre que se ensañan con mis mofletes como si tuviera cuatro años; no decir ‘te quiero’ lo suficiente; los empresarios que aprovechan la crisis para reducir personal; los melocotones y ser déspota con quien menos se lo merece, también son algunas de las cosas que detesto. Eso sí, la lista no acaba ahí, porque tampoco me gusta el arroz con leche, ni el caos que se forma en Madrid cuando llueve (¡menudo drama!), ni la gente que no respeta al que es, vive o piensa de manera diferente, ni enfadarme por tonterías, ni encontrarme pelos en la ducha, ni escuchar los portazos de los vecinos, ni sentir que he dejado escapar demasiados trenes, que seguramente no volverán.

Lisa Rouge.


jueves, 4 de febrero de 2010

Me gusta :-) No me gusta :-(

Me gustan las playas de arena, aplazar la alarma del móvil por las mañanas para darme nueve minutos más de sueño y seguir así hasta que llega la hora a la que ya debería estar trabajando. Traducir en pijama y desayunar frente a la pantalla. Me divierte ponerme una chapa de Paul Auster y darme cuenta de que alguien en el metro le ha reconocido, que gane mi equipo, celebrar los goles, Muse,Sheldon Cooper, el zumo de piña aunque me dé alergia, las barbacoas, cantar en la ducha. Disfruto planeando viajes que sé que nunca haré. Me sé de memoria los diálogos del capítulo en el que Lisa Simpson se enamora de Nelson Muntz. Me encantan los jueves, el jamón ibérico con un poco de veta, reconocer acentos, que mi abuelo me llame para contarme un chiste, que mi abuela se ponga celosa y me haga croquetas, las postales inesperadas, Jacqueline du Pré. Me gusta escribir en una libreta azul vieja y tachar mil veces hasta que por fin algo me gusta y que la china de la tienda donde compro el pan sepa lo que quiero sin decírselo. Leer hasta que se me caen los párpados, la granizada de limón, las gafas que no necesitan y se ponen los modernos, el chocolate en exceso y Mad Men.

No me gustan los lunes. Bueno, puede que a partir de hoy sí. Odio que las dependientas de El Corte Inglés me acosen para que me pruebe algo, los tópicos, que la gente piense que soy andaluza, la cerveza, volver a casa con humo en lugar de con ropa. Detesto la carne poco hecha, los obreros que piropean, Pablo Motos y las pesadillas. Odio los botines, el sabor a látex de los guantes de mi dentista y las canciones de Eros Ramazzoti que berrea en la consulta. No me gustan los tiburones, probar una comida que sé que no me va a gustar, mi jefe, los que hablan de todo sin saber de nada, los aviones, las tormentas y, por extensión, la gente a la que le gusta lo anterior. Juan Manuel de Prada, el sushi, los que escupen por la calle, los botines, las coles de Bruselas.

martes, 2 de febrero de 2010

Megustaynomegusta

ME GUSTA

Me gusta soñar despierto, imaginar que hago cosas extraordinarias, como marcar el gol de la victoria en un Mundial o vivir retirado en un paraíso recóndito, por eso disfruto de la gente que habla de sus viajes como si fueran aventuras . Admiro a los hombres y mujeres que son capaces de hablar varios idiomas y a los que saben de cocina casera y te saben explicar cómo hacen sus platos. Disfruto desayunando mucho en los hoteles cuando puedo viajar aunque saben mejor los polvitos mañaneros cuando me olvido del servicio de habitaciones. Suelo observar a escondidas a la gente desde un rincón, o tras un amplio ventanal de un café. Reconozco que soy un cotilla silencioso de la cotidianidad, como cuando veo a niños que caminan en fila por la calle al ir de visita a un museo o a los desconocidos que se encuentran con sus citas a la salida del metro. No me incomoda el silencio dentro de recintos vacíos y me siento muy a gusto si me pongo a cantar por lo bajo en lugares ruidosos. Disfruto del placer de los sentidos, abrazar a una chica y acariciar su pelo recién lavado, ver sonrisas que iluminan caras agotadas, oír tumbado en el suelo buena música, Paul Weller o Sade, por ejemplo, o Chet Baker y su trompeta sensual en cualquier tarde, oler la ropa recién sacada de la lavadora y degustar lentamente un helado de chocolate y nueces como premio a una excelente comida. Luego tengo ráfagas de detalles que me entusiasman: las películas con finales honestos, que la gente aplauda a rabiar en el teatro, las risas escandalosas de los que tratan inútilmente de evitar el estruendo, pasear por la Gran Vía cuando se queda desierta, alargar las sobremesas con amigos, beber despacio un buen Jim Beam con mucho hielo, y en invierno pensar que dentro de poco volverá el buen tiempo. Aunque ya que estamos, me gusta que nieve mucho. Aunque lo mejor del mundo es el momento previo a una tormenta de verano, el olor y la luz de las nubes, el viento y los relámpagos. Y para terminar, disfruto como un campeón cuando corro al ver que el autobús o el metro va a salir, entro y oigo que se cierran las puertas justo detrás de mí. Pequeños triunfos, vaya.

NO ME GUSTA

No me gusta el ruido, sobre todo en la calle, el tráfico, los bongos, las orquestas, los voceros, los gritones, los putos músicos tocando dentro de los vagones canciones horrorosas. Odio las risas enlatadas en las series de televisión, lo políticamente correcto, los call tv, los tertulianos sin sentido del humor, las repeticiones, los que hablan dentro del cine, los días de lluvia sin planes, el hecho de tomarse el café con los compañeros de la oficina y amargarse despotricando de todo, las oficinas en todos los sentidos, el olor de los hospitales, irse a esquiar en invierno y a la playa en verano, lo rápido que pasa el tiempo cuando quieres hacer muchas cosas, como comerte el mundo, por ejemplo. No me gustan los bigotes en los caballeros ni el pelo corto en las damas a partir de cierta edad, la lluvia de tópicos y lugares comunes cuando me habla un desconocido. Me incordian sobremanera los paraguas cuando salgo a tomar algo, el humo del tabaco y su peste impregnada en la ropa. Me asquean algunos baños públicos y algunos seres podridos que merodean esos sitios, especialmente en Moncloa donde siempre alguien hace ajjjj y escupe mientras otro te mira. No me gusta la picaresca española cuando vas al extranjero, la música de Radio Olé ni los triunfitos, ni el reguetón ni la siguiente estrella del rock envuelta en un nuevo caso de drogas. Debería evitar en mi vida los tráilers de películas en los que te cuentan toda la historia y sobre todo a la gente, grande y pequeña, que ha matado al niño que lleva dentro y lo demuestran con su amargura. Por último, no soporto que la gente me prejuzgue y que me den consejos del tipo búscate una buena chica, cásate, ten hijos y un buen trabajo como por ejemplo funcionario.

Bienvenida - Primer post

Estimados/as amantes de las letras

Aquí inauguramos nuestro refugio de las palabras para que podamos publicar nuestros textos y opiniones.

Salud y creatividad para todo el mundo,

La Letra de las Letras